Que en un club de lectura decidan debatir e intercambiar opiniones sobre uno de mis libros siempre es un privilegio, porque me permite saber si lo que escribí cumple los objetivos que perseguía y las expectativas que planteaba.
En este caso estamos hablando del club de lectura del IES Ramon Muntaner de Figueres -uno de los más antiguos de España, fue fundado en 1893-, con el que tengo una estrecha y afectuosa relación desde hace años, gracias a la amistad que me une a Joan Manel Soldevilla, Catedrático de Lengua Española en ese mismo centro, escritor, articulista, experto en Tintín y amigo de la infancia.
El club este año está formado por una veintena de alumnos, de 3º y 4ª de ESO pero sobre todo de Bachillerato Nocturno. Y también se suman a él algunos profesores del centro, para disfrutar de la experiencia. Lo moderan Mercè Martí, Jordi Casals y el propio Soldevilla. Así pues, hay un amplio abanico de edad y eso para mí tiene un valor añadido a la hora de sacar conclusiones sobre cómo se recibe mi trabajo.
Hasta ahora en ese centro, como en los demás, los alumnos solo habían leído títulos míos asociados propiamente a la literatura juvenil, como «El chip experimental», «El delegado», «El secreto del Torrente Seco» o mi última novela «El bosque de las sombras». Pero en esta ocasión se leyeron textos pensados más bien para adultos, mis obras teatrales Mars de gespa, La finestra i Sota terra (En Castellano «Mares de Hierba», «Rutas de alto riesgo» y «La zanja»), publicadas en un único volumen dentro de la Colección Textos a part- Teatre Contemporani de Arola Editors. Podéis encontrarlas para descargar en el apartado «Obras teatrales en Español» de esta misma página web, así como sus respectivas sinopsis.

Esta es la crónica de la sesión donde se debatieron esas tres obras, tal como me la han hecho llegar:
«El Club avanza con paso firme, y lo hace con unos participantes fieles y activos que leen las obras seleccionadas, las comentan y debaten. Este pasado jueves 2 de marzo, a las cuatro de la tarde y en la siempre acogedora biblioteca del centro, tuvo lugar el cuarto encuentro de este curso, una reunión en la que comentamos no una, sino tres obras. Los lectores del Club tienen una voracidad lectora que parece insaciable; tanta que, incluso –y así ocurrió en esta sesión−, cuando un participante no puede asistir, envía un escrito con todas sus particulares reflexiones y valoraciones.
El volumen escogido para el encuentro del mes de marzo recogía tres obras breves del dramaturgo Ignasi Garcia Barba; «Mares de hierba», «Rutas de alto riesgo» y «La zanja», tres piezas que, como el conjunto de la obra teatral de este escritor, ponen sobre la mesa asuntos conflictivos de nuestra sociedad incitando al lector –y al espectador– a reflexionar
sobre las contradicciones particulares y colectivas.
La lectura del teatro no es tarea sencilla, y ésta fue una reflexión compartida por muchos de los asistentes; de hecho, un autor de teatro no escribe la obra para que la leamos, sino
para que la veamos y escuchemos en una representación. Por eso, es necesario un esfuerzo imaginativo para proyectar en la conciencia la puesta en escena que ha imaginado el dramaturgo. Ésta característica fue evidente en la lectura de «Mares de hierba» que, con continuados saltos temporales y con la mezcla de un mundo onírico y uno real, se convertía en una lectura muy compleja que, en la representación, seguro que sería mucho más clara. Quizá por eso despertó reacciones diversas, desde las más favorables a las más críticas, aunque todos los participantes comentaron la conexión que esta pieza tenía con la que nos
había ocupado en la última sesión, la novela gráfica «Arrugas». En ambos casos, la vejez y la soledad que a menudo les acompaña eran temas que nos conectaban de una obra a la otra, estableciendo un vínculo que enriquecía las lecturas particulares de cada obra.
«Rutas de alto riesgo», un intenso monólogo para actriz, fue la obra más valorada, y todos los asistentes expresaron cómo habían quedado golpeados por una historia que mostraba temas que podemos vivir de cerca como pueden ser la explotación laboral, el morbo de la sociedad actual o el poder destructor del dinero. Pero más allá de estos temas, la obra encendió un apasionado debate entre los asistentes en torno a la ética que debe guiar nuestras acciones. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a aceptar una situación injusta ¿Cuáles son los límites que no estamos dispuestos a traspasar? Entender una acción inmoral es, de alguna forma, justificarla. Algunos de los asistentes quisieron subrayar la fuerza del desenlace de la obra y cómo éste podía considerarse un final abierto, o al menos ambiguo. Muchos de los lectores habían imaginado varias formas de concluir la narración, pero el cierre que propuso el dramaturgo se convirtió en una verdadera sorpresa.
La tercera obra, «La zanja», también gustó, aunque no tanto como «Rutas de alto riesgo».
Los lectores valoraron el recurso de la presencia de un fantasma como un elemento de gran fuerza dramática y todos coincidieron en destacar que el final, que mostraba el triunfo de los
malhechores y la derrota de aquellos que luchaban por una causa noble, había supuesto para ellos un golpe emocional.
Una parte de la tertulia fluyó hacia la reflexión sobre la complejidad del lenguaje teatral hasta que, al terminar una sesión intensa de reflexión y diálogo, donde se habían contrastado opiniones contrarias y donde muchos habíamos descubierto aspectos de la obra –o posibles lecturas− que nos habían pasado inadvertidas, una sorpresa cerró la sesión: después de hablar de teatro, unos de los asistentes quiso recitar algunos de los versos más célebres de la historia del teatro universal, aquellos que formula el príncipe de Polonia, Segismundo, al término de la Jornada II de «La vida se sueño», la inmortal obra de Calderón de la Barca:
«Yo sueño que estoy aquí,
destas prisiones cargado;
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida se sueño,
y los sueños, sueños son.»
Quizás leer es también una ilusión, una sombra, una ficción; quizá sea un sueño.
Pero eso sí, un sueño maravilloso.»

Efectivamente, leer es el sueño maravilloso que nos introduce en una realidad que nos habla de nosotros mismos y que nos da herramientas para conocernos mejor. Leer es compartir reflexiones, emociones y pasiones con los personajes. Y también sentirse acompañado: Por el escritor que ha dado vida a su historia y por los otros lectores con quien podemos hablar de ello.
Desde aquí quiero dar las gracias a todos esos profesores que afortunadamente pululan por nuestros centros educativos fomentando la lectura con su trabajo constante, tenaz, apasionado y anónimo, muchas veces fuera de su horario laboral. Gracias a ellos el trabajo del escritor adquiere sentido y gracias a ellos en el futuro nuestra sociedad tendrá ciudadanos críticos, reflexivos y capaces de imaginar un mundo mejor.