Muchos textos teatrales surgen a raíz de un encargo. No es nada nuevo, viene ya de siglos atrás. En mi caso, algunos de los que tienen más repercusión vieron la luz porque alguien me pidió en su momento un texto para X personajes. Ahí van unos ejemplos:

El CASERÓN DEL MIEDO. La actriz Mónica Lleó, que llevaba un taller de teatro extraescolar con chicos y chicas de 14 años, me pidió que escribiera una obra para ellos. Fui a verles un par de sesiones para ver cómo se manejaban, qué gestualidad tenían, cómo era su manera de hablar y de estar en escena… y a raíz de ese encargo nació esta obra, que hoy en día se representa con frecuencia en España, México, Venezuela, Perú, Argentina y Chile.

AL OTRO EXTREMO DE OCÉANO. La actriz Nuria Badia me encargó un monólogo, que pretendía ser la continuación de la novela Donde el corazón te lleve, de la italiana Susana Tamaro. Si recordáis, en esa novela una abuela escribe cartas a su nieta. Una nieta a la que ella crió sola tras la muerte de su madre. Son cartas destinadas a los Estados Unidos, donde finalmente la nieta se fue a vivir. Cartas que la abuela nunca llega a enviar. En la continuación que escribí, esa nieta volvía a Italia para el entierro de su abuela, encontraba esas cartas, y tenía un monólogo ante el sillón que su abuela siempre había ocupado, ahora vacío. La obra se estrenó en el ya desaparecido Festival Internacional de Teatro de Sitges.

ONZE DE SETEMBRE («Once se Septiembre»). La Companía Teatre de l’Eramprunyà me encargó un texto para celebrar su décimo aniversario. Yo asistí a varios ensayos de la obra que estaban a punto de estrenar (¡Tengo trabajo!, también mía) para familiarizarme con la manera de ser y el tipo de teatralidad de cada uno de los actores. Finalmente escribí esta comedia, en la que los personajes interactúan con el público al estilo de la Compañía Teatral La Cubana. La obra se estrenó en noviembre de 2011 y la Compañía la sigue representando con cierta asiduidad desde entonces.

EL CAFÉ DEL CENTRO.   La Agrupación Teatral Sentfores-La Guixa quería hacerle un homenaje al Café al que durante años había ido la gente del pueblo, y que hace unos años tuvo que cerrar. Me sugirieron una serie de gags, sketches y situaciones que hacía tiempo que les rondaban por la cabeza, y que les gustaría que estuviesen presentes a la obra. Yo diseñé una situación de partida y un hilo conductor para ir ligando las situaciones que me habían sugerido, las depuré y desarrollé sus posibilidades, y el resultado ha sido El Café del Centro, un trepidante y divertido vodevil.