La compañía mexicana XCHAMANA, bajo la dirección de Yazmín Ramírez, estrenará el 13 de abril SU ILUSTRÍSIMA, una nueva adaptación de mi obra LA APARICIÓN , en la ciudad de Chihuahua, en el marco de la Séptima Temporada de Teatro Breve de la ciudad.

Cartel de SU ILUSTRÍSIMA
XCHAMANA ya puso en escena con anterioridad dos obras mías: AMANECER EN ORÁN y LA PURÍSIMA, dirigidas ambas por Oswaldo Tarrés. Esta última, que se presentó el año pasado también en la Temporada de Teatro Breve, al parecer fue muy bien acogida por el público. Tanto, que ahora la Compañía ha optado por presentar una segunda parte. Y es que LA APARICIÓN tiene dos líneas argumentales que avanzan en paralelo sin llegar casi nunca a encontrarse:
En la primera, una hija descreída acompaña en peregrinación a su madre, devotísima de la Virgen, hasta una imagen mariana recién descubierta en el patio trasero de una parroquia, que iba a cerrarse por orden del obispado. La razón del cierre es que la comunidad de dicha parroquia lleva a cabo una liturgia muy revolucionaria, que atenta contra el dogma de la Iglesia. Y eso ha puesto muy nerviosa a la jerarquía eclesiástica. Pero tras la devoción que ha creado el descubrimiento de la imagen mariana, el obispado no se ha atrevido a ejecutar aún la orden de cierre. Esta obra (ya lo dije en su momento) está inspirada en los sucesos acaecidos alrededor de la Parroquia de San Carlos Borromeo, situada en el humilde barrio de Entrevías, en Madrid, que tenía una liturgia y una actitud muy cercanas, muy democráticas y muy adaptadas a los problemas y a la sencillez de las personas a las que acogía en su seno (acogía incluso a inmigrantes ilegales, la mayoría musulmanes, y tras la misa se leía y se comentaba el Corán). Esta actividad parroquial ejemplar, más cercana a los principios de la Teología de la Liberación que a la Ortodoxia Católica Romana, muy cercana a lo que fueron las reuniones de los primeros cristianos en asamblea (en griego, ekklesia, precisamente) coincidió nada más y nada menos que con la etapa ultraconservadora de Rouco Varela como arzobispo de Madrid (de hecho continúa siendo arzobispo emérito de la archidiócesis madrileña). La Parroquia de San Carlos Borromeo finalmente fue clausurada, pero sigue funcionando como centro pastoral.

Parroquia de San Carlos Borromeo de Entrevías
En la segunda parte de la obra, el obispo ignora y desprecia todo lo que sucede en la parroquia díscola, desoyendo los ruegos de su secretario para que se reúna con representantes de esa comunidad y lleguen a un entendimiento. Y es que el secretario ha asistido a título personal y de incógnito a la parroquia para ver personalmente lo que está sucediendo allí, y se ha quedado muy impresionado. Pero el obispo desoye sus ruegos, está más preocupado en ganar el concurso anual de maquetas sacras entre obispados.
Dicho esto, es fácil deducir que LA APARICIÓN, tal como hábilmente ha hecho Oswaldo Tarrés, se puede dividir, con una dramaturgia pertinente, en dos obras cortas: LA PURÍSIMA (que corresponde a la primera línea argumental) y SU ILUSTRÍSIMA (que corresponde a la segunda).
Me cuenta Oswaldo Tarrés que, a pesar de ser México un país con mucha devoción religiosa (y el Estado de Chihuahua de forma especial), hay también un buen sentido crítico que permite que estas dos obritas se pongan en escena y generen debate. En esa línea, por ejemplo, me cuenta que personas muy allegadas a él y que son muy creyentes y bastante conservadoras, le están ayudando con el montaje.
No creo que en estos momentos ese ejemplo de tolerancia hacia la crítica sea aplicable a España, que está haciendo en todos los ámbitos un giro hacia la ultraderecha y hacia el catolicismo más rancio y conservador. Quizá por esa razón nadie ha montado aún aquí LA APARICIÓN, a pesar de que hay directores que me han dicho que les gustaría hacerlo. Pero me confiesan que no se atreven. Y no se lo reprocho. Es posible que, en este país donde las banderas se ponen a media asta en semana santa por la muerte de Cristo, fueran llevados ante los tribunales acusados de Ofensa a los Sentimientos Religiosos, o de Odio, y puestos en prisión preventiva.
Así pues, felicito a Oswaldo Tarrés, a Yazmín Ramírez, a Pedro Codina (que participó también en LA PURÍSIMA) y a todo el equipo del montaje, por su valentía y les deseo buena suerte con SU ILUSTRÍSIMA. Ellos, como yo, entienden que si el teatro quiere ser transformador, debe representarse allí donde lo que diga pueda molestar y revolver conciencias. Si no, solo es puro entretenimiento.