«Gracias a la Libertad de Expresión hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil sin que nos pase nada. Y al gobernante tampoco.»
Jaume Perich, humorista gráfico y escritor.
B, la película es la adaptación cinematográfica de la obra teatral de Jordi Casanovas Ruz-Bárcenas, basada en el segundo interrogatorio del juez Ruz a Luis Bárcenas, ex tesorero del Partido Popular. La obra fue una producción de Teatro del Barrio de Madrid con el Teatre Lliure de Barcelona y fue dirigida por Alberto San Juan. En unas declaraciones Casanovas decía: «Me parece casi imposible escribir un teatro verosímil sobre la realidad política actual cuando esta realidad supera ya cualquier límite de verosimilitud» (http://www.eldiario.es/norte/euskadi/Ruz-Barcenas-cara-escenario_0_367813847.html)
Tanto Ruz-Bárcenas como su hija cinematográfica B, la película son ejemplos de que Teatro y Cine PUEDEN Y DEBEN presentar la cruda realidad a partir de material no necesariamente ficcional, como es en este caso la instrucción de un sumario. Y ahí empieza un trabajo interesantísimo para el autor teatral y/o el guionista cinematográfico, el de seleccionar ese material y convertirlo en algo ficcional que presentar a un público de manera descarnada, para que sea consciente de la realidad política en la que vive.
En el caso de la película creo que hay una dificultad añadida. Porque el Teatro ya se podría definir como el encuentro de unos personajes que hablan en el escenario, el espectador teatral puede admitir que lo que va a ver es estático, sólo hay una «cámara», por decirlo así, sus ojos. Que como mucho se desplazan como un «travelling» allí donde se traslada el personaje o allí donde le señala un cambio de iluminación. El espectador de cine, sin embargo, espera algo más dinámico, movimientos de cámara, cambios de plano que conjuguen la palabra con lo audiovisual (y, si hay que elegir qué debe predominar más, normalmente es lo audiovisual por encima de la palabra.) En ese sentido David Ilundain, como director y guionista, hace un gran trabajo. Juegos de miradas, pausas muy bien pensadas y muy bien medidas (que a veces son más elocuentes que la propia palabra), cambios de plano oportunos… que no distraen respecto a lo que el imputado le está contando al juez sino todo lo contrario, refuerzan lo que dicen.
El trabajo de Pedro Casablanc es sublime, crea el personaje de un hombre poderoso y soberbio pero al mismo tiempo acorralado tras su caída, que de forma contenida pasa por distintos registros emocionales. Personalmente, me pasó con él lo que me pasó con el Michael Corleone de Al Pacino, que a pesar de ser un capo de la mafia que ha ordenado infinidad de muertes, llega a darte pena -a pesar tuyo- cuando eres testigo de su soledad y su dolor por la pérdida. Manolo Solo ejerce un magnífico contrapunto interpretando a un juez Ruz consciente de la responsabilidad que tiene, que asiste alucinado a las respuestas de Bárcenas como pensando «¿Pero este hombre es consciente de lo que está contando?» o «¿Cómo es posible que me esté contando todo esto con esa facilidad y con esa desfachatez?».
Os recomendaría que vieseis la obra de teatro si vuelven a programarla y también la película, pero hay problema: sólo la proyectan en 16 salas. ¿Y por qué? Según el propio director, por miedo. Importantes empresas de exhibición se han negado a proyectarla, se les puso trabas con los permisos durante el rodaje… La película se ha tenido que hacer con 55.000 euros de presupuesto a partir del crowdfunding y de la aportación de pequeñas productoras. Ha sucedido que algunos de los mecenas que aportaron dinero en el proceso de crowdfunding, prefirieron no constar en los créditos finales. Al parecer, estamos en un país donde hay miedo a las listas negras. Y probablemente los que tienen ese miedo no se equivocan.
Es una pena, porque a mi modo de ver el que en un país de puedan exhibir obras de teatro y películas que traten «en caliente» sobre la política de rabiosa actualidad, es un índice para valorar su espíritu democrático y su respeto a la libertad de expresión. Y, si nos ceñimos a lo que ha pasado con B, la película, está claro que nuestros dirigentes políticos no son muy demócratas, que digamos. Y lo peor es que nuestra sociedad en lugar de asumirlo con indignación lo asume con miedo y/o resignación, como si fuese un mal necesario. Pienso también en el documental de Isabel Coixet Escuchando al Juez Garzón, rodado y exhibido cuando ya era persona non grata para los poderes políticos por investigar las tramas del Caso Gürtel y por investigar también los crímenes del franquismo. También se distribuyó poco.
Pensando ahora en la televisión (y dejando de lado programas de televisiones autonómicas como Polònia en TV3 y Vaya Semanita en ETB), en este país no han triunfado los formatos de ficción de crítica política -casi siempre en tono paródico-. Pienso en la serie Moncloa, ¿dígame?, que pretendía emular en cierta forma el Yes, Minister y el Yes, Prime Minister de la BBC; o el fracasado intento de hacer una ficción de sátira política para la cadena Cuatro por parte de los mismos creadores de Polònia… Sí estaba triunfando hasta hace poco José Mota con sus sketches políticos dentro de su programa La hora de José Mota. Pero se cancelaron aquellos en los que imitaba a Mariano Rajoy, a Juan Carlos I y Teresa Fernández de la Vega. (Podéis leer los motivos que el presidente de RTVE dio al respecto en este enlace: http://www.elperiodico.com/es/noticias/tele/tve-suprimio-sketches-jose-mota-rajoy-anacronicos-gags-4413660)
Afortunadamente sigue habiendo artistas obstinados en romper esa tónica o, al menos, en señalarla. Como el equipo técnico y artístico tanto de Ruz-Bárcenas como de B, la película.
Por si queréis ampliar información:
- Entrevista a David Ilundain a raíz del estreno de la película: http://www.lavanguardia.com/cine/20150918/54436606112/david-ilundain-pelicula-barcenas.html
- Reflexión de David Ilundain sobre la censura en el cine (audio): http://elbauldekubrick.com/2015/09/28/podcast-la-censura-en-el-cine/