Este mes he tenido la oportunidad de participar en un seminario impartido por el dramaturgo José Sanchis Sinisterra en el Nuevo Teatro Fronterizo (http://www.nuevoteatrofronterizo.es/) sobre el subtexto, al que él ha puesto en nombre de «Escribir lo no dicho». A menudo escribimos para personajes cuyo discurso coincide plenamente con lo que piensan. A menudo dialogamos de forma que un personaje dice y otro replica, alternándose hasta la saciedad en un diálogo «simétrico», en el que ningún personaje se apropia del discurso. A menudo los personajes a los que nos dirigimos están presentes en escena.
¿Pero qué pasa cuando lo que dice el personaje no coincide con lo que piensa? ¿Qué pasa cuando uno de los personajes se apropia del discurso y suelta, por ejemplo, largos monólogos a los que el otro sólo contesta con una corta réplica? ¿Qué pasa cuando los personajes a los que hablamos están fuera de escena, de modo que el personaje que les habla los ve pero nosotros como espectadores, no? En estos casos nos alejamos de lo explícito y nos adentramos en el terreno de lo sugerente, incluso de lo poético. Le sustraemos información al espectador para obligarle a deducir, a sospechar, a interpretar, a participar de forma activa y crítica, en resumen, en lo que está sucediendo.
Es en esos territorios fronterizos entre lo verdadero y lo falso, entre la realidad y la falsedad, entre lo dicho y lo no dicho, donde a José Sanchis Sinisterra le gusta explorar y escribir (que para él viene a ser lo mismo) . Esos son los territorios sobre los que les gusta moverse y experimentar en sus seminarios.
Pero hay un elemento metodológico en algunos ejercicios de dramaturgia que propone, que me resultan muy innovadores y muy sugerentes: y es que en ellos no te ofrece unas premisas para que puedas pensar globalmente sobre la situación, el conflicto y los personajes, para luego empezar a escribir. No. Aunque esos ejercicios también están presentes en sus seminarios y yo he hecho multitud de ellos (como tantos otros autores que en algunos momentos de nuestra formación hemos sido alumnos suyos, como Sergi Belbel o Lluisa Cunillé), para mí la novedad ha sido un nuevo tipo de ejercicio dramatúrgico en el que, «in situ» y cronómetro en mano, va dictando sobre la marcha diversas pautas a seguir, a las que el escritor debe adaptar la situación escénica que está creando. Y te puedes encontrar de repente, por ejemplo, con que tienes que admitir a un nuevo personaje en escena que no tenías previsto, o con algo que de repente uno de los personajes ve fuera de escena y que modifica su comportamiento, o con que se desvela un secreto que lo cambia todo… de modo que el escritor deja de controlar conscientemente lo que escribe, para dejar paso a una escritura más irracional y más intuitiva. De esa forma, el control logocéntrico del autor sobre lo que se está creando disimuye considerablemente y surge algo que ni él mismo podía prever.
«Escribir con la pistola en la nuca», lo denomina mitad en broma, mitad en serio, Sanchis Sinisterra. También lo llama Fitness dramatúrgico. Y un buen número de autores teatrales tanto en España como en Hispanoamérica han podido y pueden disfrutar con él, sufrir con él… pero sobre todo aprender con él y no dejarse caer en la tentación de sumergirse en los terrenos cenagosos de lo conocido, para así poner nuevos retos a los que enfrentar su oficio. Todo empezó en los años noventa en la Sala Beckett de Barcelona, con el descubrimiento por parte de Sanchis de las propuestas dramatúrgicas de Samuel Beckett y Harold PInter. Y sigue todavía en la Sala Beckett con otro equipo, pero también en La Corsetería, la sede del Nuevo Teatro Fronterizo de la Calle Cabeza nº 8, casi en la misma plaza Tirso de Molina, donde José Sanchis Sinisterra sigue obstinado en obligar a lo posible a hacerse real.
He publicado algunos textos breves surgidos de éste y otros seminarios en la página «Textos en español» de esta misma web (https://ignasigarciabarba.com/textos-en-espanol/) con el título «Breviario de espejismos dramatúrgicos». Lo iré actualizando, puesto que tengo intención de seguir formándome, sufriendo y disfrutando en estos seminarios.