Este mes de mayo he visitado diversos institutos, en Madrid y Barcelona, para hablar con los alumnos de Primero y Segundo de ESO que han leído EL CHIP EXPERIMENTAL. Estos encuentros para mí siempre son enriquecedores, hablamos de cómo y cuándo descubrí que quería ser escritor, de cómo se enfrenta un autor a la creación de su obra, de lo que espera encontrar un lector en un libro y un espectador en una película o en una serie… Normalmente me preguntan cómo se me ocurrió la idea para escribir EL CHIP EXPERIMENTAL, qué implicaciones personales hay en la obra, cuáles son mis personajes favoritos de la obra y por qué… y yo también les hago preguntas sobre sus impresiones y sus reflexiones tras leer el libro.
Estas charlas siempre son un intercambio de preguntas y de reflexiones entre esos adolescentes y yo. Un intercambio enriquecedor del que siempre aprendo algo porque sus preguntas y sus comentarios me obligan a reflexionar sobre mí y sobre lo que escribo, como autor teatral y como guionista de series de televisión. Este año, por ejemplo, me han llevado a la conclusión que el proceso creativo es como la confección de un puzzle. Solo que, cuando uno compra un puzzle, en la caja que contiene las piezas casi siempre hay una fotografía que nos muestra lo que veremos cuando hayamos terminado el puzzle (un paisaje, un molino, un barco, un castillo, una ciudad…), mientras que cuando uno empieza a escribir, no hay nada que te muestre cómo será el resultado final una vez termines el proceso de escritura, una vez hayas juntado todas las piezas del puzzle que te van viniendo a la cabeza de manera separada.
Sí, el proceso de escribir podría ser como hacer ese puzzle: a veces te obstinas en juntar dos piezas de manera forzosa hasta que por fin comprendes que no encajan, las ideas te van viniendo como piezas de ese puzzle, consigues encajarlas por fin una a una, despacio, sin prisa (porque cuando intentas hacer un puzzle con prisa casi siempre sale mal, porque te obstinas en juntar piezas que no encajan y luego siempre queda un hueco que no sabes cómo rellenar). También puede pasar que después de muchas horas dejes el puzzle pero sigas pensando en él, y cuando menos te lo esperas –cuando estás a punto de irte a dormir, por ejemplo- te viene a la cabeza el lugar exacto donde va esa pieza que no encajaba y tienes que levantarte para cogerla y ponerla en su sitio. Y cuando por fin empiezas a ver qué forma hay detrás del puzzle que estás construyendo (un paisaje, un molino, un barco, un castillo, una ciudad…), de repente todo empieza a ir más deprisa porque ya sabes exactamente lo que estás construyendo.
Ya veis, todas estas cosas me hacen pensar estos encuentros con los chicos y chicas que leen EL CHIP EXPERIMENTAL y otras obras mías, como EL DELEGAT

Alumnos del IES Vinyet de Sitges. En el interior de la televisión, a mi lado, Xavi Molina, el alumno que la ha construido para poder representar la obra en clase.
Y luego están los trabajos imaginativos que hacen en clase tras leer el libro, que siempre me sorprenden. En el IES Montserrat Roig de Sant Andreu de la Barca, por ejemplo, han confeccionado en grupo unos pequeños libros que ellos mismos han ilustrado, comparando los personajes de la obra con otros personajes de ficción o con personajes reales. En el IES Alfredo Kraus de Madrid, dibujaron sus propias ilustraciones de la obra, imitando las magníficas ilustraciones de Ximena Maier que ilustran mi libro. Y en el IES Vinyet de Sitges me he encontrado con la sorpresa de que han representado la obra en clase y para ello hasta han construido un televisor, del que Vilma y Fredi salían y entraban tal como sucede en la obra.
Así pues, dirijo desde estas líneas toda mi simpatía y todo mi agradecimiento a los alumnos y también a los profesores de los centros que he visitado este año (en un momento, además, delicado, en el que algunos cuestionan su profesionalidad y su trabajo): IES Alfredo Kraus de Madrid, IES Luis García Berlanga de Coslada, IES Bisbe Berenguer de L’Hospitalet de Llobregat, IES Martí Dot de Sant Feliu de Llobregat, IES Montserrat Roig de Sant Andreu de la Barca e IES Vinyet de Sitges.
Tampoco quiero olvidarme de los alumnos y los profesores del IES Santa Eulàlia y el INS Llobregat -ambos de L’Hospitalet de Llobregat, mi ciudad- con los que he debatido sobre el bullying, el tema de mi obra EL DELEGAT, que han leído en clase.
A todos vosotros, gracias.