Nakam (“venganza”, en hebreo) era el nombre de un grupo de judíos que mayoritariamente habían sobrevivido a los campos de concentración, que al terminar la Segunda Guerra Mundial planeó asesinar a seis millones de alemanes –el mismo número de judíos que habían muerto a manos de los nazis- envenenando el agua de varias ciudades de Alemania. Para ellos, la población alemana había sido cómplice de las acciones perpetradas por los nazis, y por lo tanto merecía ese castigo. Afortunadamente los aliados, que administraban el país tras su derrota, descubrieron el plan a tiempo y lo evitaron. Hay una película que habla de ello, PLAN A. Podéis verla en Rakuten TV y en Amazon Prime.

Lo que están haciendo las autoridades israelíes en Gaza me recuerda a lo que pretendía hacer Nakam con los alemanes. Los asesinatos que ha perpetrado Hamás entre la población israelí podrían calificarse como crímenes de guerra, estamos hablando de casi 1200 víctimas y 250 secuestros. Es comprensible que Israel quiera neutralizar a Hamás para evitar nuevas masacres como esa. Pero una cosa es querer que se haga justicia (como se hizo con los nazis, primero derrotándolos y después juzgándolos y condenándolos en el proceso de Nuremberg) y otra querer vengarse masacrando a la población palestina, emulando lo que pretendía hacer el grupo Nakam con los alemanes, amparándose en su supuesta complicidad con los nazis. A día de hoy estamos hablando de al menos 44.502 personas asesinadas en Gaza y 105.454 heridas. Podéis ver el informe de UNRWA, la organización de la ONU destinada a dar soporte y auxilio a los palestinos refugiados en Oriente Medio:
http://www.unrwa.es/actualidad/noticias/informe-actualizado-de-la-situacion-en-gaza-2/
Pero por si sois de los que os habéis creído los argumentos de Israel, acusando a UNRWA de ser prácticamente cómplice de Hamás, aquí os dejo el testimonio de una doctora de EE.UU, que rompió a llorar ante un comité de la ONU al explicar la situación en la Franja:
https://www.bbc.com/mundo/articles/c140jjjrrzgo
Es un genocidio lo que se está haciendo allí. Y no lo digo yo, lo dice también el Tribunal Penal Internacional, que ha emitido una orden de arresto contra Netanyahu y su exministro de Defensa, Yoav Gallant, a los que acusa de crímenes de guerra y contra la Humanidad en Gaza. Y no me vale que los artífices y los cómplices de esos crímenes se victimicen hablando de «antisemitismo y de sentimientos anti-judíos». Es como proclamar “quien no esté de acuerdo conmigo en lo que estoy haciendo en Gaza, está contra mí como los nazis que exterminaron a millones de judíos”. Ni me vale que el gobierno alemán se sienta tan secuestrado por esa sensación de culpa por lo que hicieron sus antecesores, como para mirar hacia a otro lado e incluso prohibir la exhibición pública de la kufiya, el pañuelo palestino.
No estaban a favor de los nazis los aliados que detuvieron una ejecución masiva de alemanes en nombre de las seis millones de víctimas de la shoah. Por eso no entiendo cómo ahora pueden (podemos) permanecer moralmente inalterables ante la deportación forzosa y la muerte de miles de civiles palestinos, sobre todo mujeres y niños, permitiendo que su número crezca día tras día. Me hace pensar en lo que sucedió con el pacto de no intervención de Francia y Gran Bretaña en nuestra Guerra Civil, cuando ambas potencias no quisieron ayudar al gobierno de la República legítimamente constituido. La consecuencia de esa actitud fue verse abocados después a la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuáles serán las consecuencias históricas de nuestra actitud ante lo que está sucediendo en Gaza? ¿Y cómo un pueblo que fue víctima de una persecución y un holocausto, puede hacer lo que está haciendo en Gaza?

Foto de Gaza: Agencia Reuters
Por todo ello, mi conciencia me ha llevado a escribir la obra breve EL MÉDICO DE GAZA, que es una adaptación de otra obra breve mía anterior, EL MÉDICO DE ALEPO, donde hablaba del terrible asedio que sufrió esa ciudad por parte de las tropas gubernamentales sirias del ahora derrocado Bashar al-Ásad. Desgraciadamente, ambas tienen dolorosas coincidencias. Muchas. Demasiadas.
También me llevó a hacer esa adaptación la lectura de un poema del escritor y activista palestino Refaat Alareer, asesinado en un bombardeo en Gaza junto con su familia. El poema, que podréis encontrar también en EL MÉDICO DE GAZA, dice así:
«Si debo morir,
Debes vivir
Para contar mi historia
Vender mis cosas
Comprar un trozo de tela
(que sea blanco con una cola larga).
Para que un niño, en algún lugar de este país,
Mientras mira al cielo a los ojos
Esperando a su padre que se fue en llamas
Y no se despidió de nadie,
ni siquiera de sí mismo,
vea la cometa, mi cometa que tú hiciste, volando arriba
y piense por un momento que hay un ángel allí
trayendo de vuelta al amor.
Si debo morir
Deja que traiga esperanza
Deja que sea un cuento»
Refaat Alareer enseñó literatura y escritura creativa en la Universidad Islámica de Gaza y fue uno de los fundadores de la organización We Are Not Numbers, que unía a autores experimentados -también del extranjero- con escritores jóvenes en Gaza.
Podéis encontrar EL MÉDICO DE GAZA en la sección OBRAS TEATRALES EN ESPAÑOL.
Finalmente, si queréis conocer el trato que sufren los palestinos no solo en Gaza, sino también en Cisjordania, os recomiendo que veáis el documental NO OTHER LAND (Movistar+). Está grabado por un palestino que, cámara en mano y con la ayuda de un activista judío, da testimonio de cómo las autoridades israelíes expulsan a la gente de sus hogares, cómo destruyen sus casas e incluso sus escuelas, y cómo posteriormente en esos terrenos se construyen asentamientos ilegales para colonos israelíes. NO OTHER LAND ha ganado 2 premios en la edición del Festival de Berlín de este año: Mejor Documental y Premio del Público en la Sección Panorama. En el siguiente link podéis encontrar su palmarés hasta la fecha, así como la sinopsis, los créditos, críticas e incluso un trailer:
https://www.filmaffinity.com/es/movie-awards.php?movie-id=618626