CAMINO AL CIELO de la mano de Juan Mayorga

La conciencia hace que nos descubramos, que nos denunciemos o nos acusemos a nosotros mismos, y a falta de testigos declara contra nosotros.

La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha.

MONTAIGNE

Himmelweg significa «Camino al cielo» en alemán. En principio parece una imagen poética, lírica incluso. Te hace pensar en el misticismo y en el ansia de perfeccionamiento

Escena de Himmelweg

Escena de Himmelweg

espiritual, por ejemplo. Sin embargo en esta obra de Juan Mayorga significa terror, muerte e infierno, porque en ella himmelweg se refiere al modo en que los nazis denominaban la rampa que iba de los trenes en los que llegaban los judíos a Auschwitz, hasta la cámara de gas. El paradigma del cinismo y la crueldad a los que puede llegar el ser humano. Y nos sirve para contar la historia de un hombre bien intencionado, un delegado de la Cruz Roja, que no queriendo hacer mal a nadie (más bien lo contrario) se acaba dejando engañar por una escenificación bien tramada por parte de los nazis. Una escenificación que le muestra un trato tolerante e incluso amable con los judíos.

    Así pues, una vez más Juan Mayorga nos da una patada en la conciencia

Juan Mayorga

Juan Mayorga

mostrándonos aquello en lo que estamos permitiendo que el mundo se convierta, con un alto sentido ético que nos muestra también cómo podría ser si nuestra actitud fuera otra, tal como hemos podido ver en obras como Hamelin, El chico de la última fila, Últimas palabras de Copito de Nieve La paz perpetua. En palabras del mismo autor, Himmelweg «habla de un hombre que se parece a casi toda la gente que conozco: tiene una sincera voluntad de ayudar a los demás; quiere ser solidario; le espanta el dolor ajeno. Sin embargo, también como casi toda la gente que conozco, ese hombre no es lo bastante fuerte para desconfiar de lo que le dicen y le muestran. No es lo bastante fuerte para ver con sus propios ojos y nombrar con sus propias palabras. Se conforma con las imágenes que otros le dan. Y con las palabras que otros le dan.»

Cuando fui profesor en una escuela de secundaria, una de la frases que más me atemorizaron en boca de un alumno fue «Eso es verdad porque lo ha dicho la tele». Desde entonces pienso en lo que esperan nuestros gobernantes de la Educación: ¿pretenden que los ciudadanos del futuro sean como ese delegado de la Cruz Roja que nos presenta Mayorga? ¿Como ese hombre que por un lado tiene una sincera voluntad de ayudar a los demás, pero es incapaz de desconfiar de lo que le dicen y de lo que le muestran, porque en su etapa formativa no le han permitido desarrollar su espíritu crítico?

Y ahí vamos, creyendo, como ese delegado de la Cruz Roja, que vamos camino al cielo, que no hay campo de exterminio, sino comunidad judía bien tratada y moderadamente Marketing-de-guerrilla-No-a-la-pobreza-indiferenciafeliz. Que no hay guerras ya en África o en Asia porque ya no se habla de ellas. Que los objetivos del Milenio de la ONU para la erradicación del hambre, del trabajo infantil, del tráfico de personas, van por buen camino y se acabarán cumpliendo gracias a la buena voluntad de gobernantes y magnates financieros, deseosos de velar por ellos como aparenta velar también en Himmelweg el comandante del campo de concentración por los judíos.

    Para mí Mayorga es el sentido y el deber de la Ética hechos Teatro. Esa Ética que parece molestar tanto a nuestros gobernantes de hoy. Y uso a propósito el término gobernantes y no políticos, porque me parece más amplio y más acorde con la realidad. Pero tampoco les gustaban Montesquieu y Rousseau a nuestros gobernantes de ayer y aún así tuvo lugar la Revolución Francesa.

Ése es el tipo de Teatro que más me gusta. El que cumple con esa cita de Vittorio Gassman que puse en mi entrada anterior: «El teatro no se hace para cantar las cosas, se hace para cambiarlas.»  Mayorga es para mí, pues, como autor, un modelo a seguir.

Gracias Juan por escribir lo que escribes.