Libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.
George Orwell
En un Estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres.
Suetonio.
En estos días en que nuestros políticos se llenan la boca diciendo que España es una democracia plena, el rapero Pablo Hasél va a ir a la cárcel por la letra de unas canciones y unos tuits, contra el criterio de Amnistía Internacional, Tribunales y Organismos Internacionales. Tuits como “¿Guardia Civil torturando o disparando a inmigrantes? Democracia. ¿Chistes sobre fascistas? Apología al terrorismo.” (28/04/2014) o “El ladrón de Borbón no debe dar crédito a la impunidad que tiene para burlarse de nosotr@s.“ (25/12/2015)
En resumen: cosas que mucha gente piensa y que dice en privado y también en publico, porque se supone que vivimos en lo que dicen nuestros políticos: un democracia plena.
Si queréis enteraros de los otros 62 tuits por los que la Audiencia Nacional lo condenó, los podéis encontrar aquí:
https://www.publico.es/sociedad/estos-son-64-tuits-y-cancion-sido-condenado-rapero-pablo-hasel.html
Vamos ahora a la canción de marras: Se titula “Juan Carlos el Bobón” y dice cosas como «Contar quién es y qué hace es delito, apuntaba maneras cuando mató a su hermano Alfonsito. ¿Quien se cree que fue un accidente? Torrente es un santo al lado de Juanca, ya denunciaron que a Sofía maltrata…» o «Qué legitimidad tiene el heredero de Franco que en juergas y putas nuestra pasta está tirando…” En fin, tenéis la canción enterita aquí:
Entiendo que haya gente a la que le pueda resultar desagradable e incluso ofensivo. ¿Pero y si yo os dijera que me resulta ofensivo que la ultraderecha española, refiriéndose a nuestros artistas, diga “España puede vivir sin sus titiriteros, pero no sin sus agricultores y ganaderos”, mostrando la foto de Pedro Almodóvar, Javier Bardem y Eduardo Casanova?
(Fue en marzo de 2020, podéis refrescar la memoria aquí: https://www.publico.es/tremending/2020/03/24/vox-aprovecha-el-coronavirus-para-seguir-haciendo-politica-criticando-a-los-artistas-y-los-tuiteros-responden/ )
Siempre habrá gente a quien le moleste lo que diga públicamente otra gente. Por eso he puesto las dos citas del principio, para recordar que la democracia consiste en defender que el otro pueda decir lo que yo no pienso y lo que yo no creo. No solo en depositar una papeleta en una urna cada cuatro años.
Nadie discute hoy en día que “El David” de Miguel Ángel, por ejemplo, sea una obra de Arte. ¿Pero sabíais que en 2012 un programa de la televisión pública china censuró sus genitales? ¿Y que en 2016 una réplica suya levantó la furia de algunas asociaciones religiosas rusas, por estar exhibida en la calle, cerca de un colegio y de una iglesia? ¿Qué hacemos? ¿Demandamos a Miguel Ángel? ¿A la Galería de la Academia de Florencia, que es la que alberga la escultura? ¿A las autoridades rusas que permitieron que se exhibiera en la calle?

Otro ejemplo: la obra plástica “Las hostias”, del artista navarro Abel Azcona. Un total de 242 hostias consagradas que forman la palabra “Pederastia”. Una asociación cristiana española le denunció porque se sintió ofendida. Pues bien: La causa contra Azcona fue archivada por el Juzgado de Instrucción nº2 de Pamplona, por la Audiencia de Navarra y por el Tribunal Constitucional. ¿Por qué no se hace lo mismo con Pablo Hasél? ¿Qué pasa, que puede priorizarse la libertad de expresión por encima de lo que algunos consideran escarnio de la religión, pero no por encima de los delitos que se le imputan al rapero (enaltecimiento del terrorismo e injurias contra la Corona y las instituciones del Estado?

Hablando de religión, me vienen a la mente las viñetas sobre Mahoma de la revista francesa Charlie Hebdo: nos llenamos la boca defendiendo el derecho de la revista a publicar esas imágenes –cuando, sin ir más lejos, el Islam prohíbe representar a Mahoma o a cualquier otro profeta-, pero luego llevamos a juicio a los que dicen o hacen algo que pueda herir los sentimientos de los católicos (y si no preguntádselo a Willy Toledo, por ejemplo)
Pero no, lo de Pablo Hasél me recuerda más a lo del grupo teatral Els Joglars, con un huido Albert Boadella a la cabeza (¡Quién lo diría! ¿Verdad?), que en 1978 –o sea, durante la Transición- fueron juzgados por un tribunal militar por tocarle las narices al susodicho estamento con la obra La torna. Recreaba los últimos días de la vida de un delincuente, Heinz Chez, y su ejecución a garrote vil. A partir de los pocos datos que se tenían sobre este hombre y su proceso, se construyó una farsa en la que todos los personajes actuaban con caretas a excepción de propio Chez, víctima y testigo de todo el montaje que se creó a su alrededor. Heinz Chez fue ajusticiado el 2 de marzo de 1974, el mismo día en que Salvador Puig Antich, en un esfuerzo por parte del gobierno franquista para restar relevancia política a la ejecución de Puig Antich.

¿A quién ofendió esa obra? Naturalmente a los franquistas y a los afines al régimen que no estaban interesados en que España se convirtiera en una “democracia plena”. No podían consentir que se ofendiera a la autoridad de esa manera y se cuestionara su manera de impartir justicia. Pudo más eso que la incipiente libertad de expresión.
En ese proceso la autoridad judicial militar desetimó todos los escritos presentados por los defensores. Entre ellos una denuncia por presunto abuso de autoridad y uso indebido de atribuciones. Otro era una petición de nulidad de las actuaciones.
Pablo Hasél recurrió, pidió la nulidad (porque al parecer dos de los tres magistrados de la Sala de Apelaciones que confirmaron su condena ocupaban irregularmente su plaza y también por su cariz ideológico [1])y finalmente la suspensión de la pena. Pero no le ha servido para evitar la cárcel.
(Si queréis saber más sobre ese proceso:
https://elpais.com/diario/1985/02/19/sociedad/477615604_850215.html)
Hasél, César Strawberry, Valtonyc, Willy Toledo , los miembros de la Compañía Títeres de Abajo, tuiteros, detenidos por quemar banderas españolas, fotos del rey, obras censuradas en Arco por mostrar lo que para unos son “presos políticos” y para otros “políticos presos”, el secuestro de la novela Fariña, de la revista El jueves…
Si esto es una «democracia plena», yo soy Batman.
Así que a los que nos dedicamos a escribir y a los artistas en general, no nos queda más remedio que seguir trabajando para que esa democracia plena se convierta en realidad. A pesar de los tribunales y evitando a nuestro mayor enemigo: la autocensura.
[1] https://www.buenjuicio.com/dos-de-los-tres-jueces-que-juzgaron-a-pablo-hasel-ocupaban-la-plaza-irregularmente/
Molt bé Ignasi. Una abraçada.
Disculpa’m. He dit Ignasi, volia dir Batman!
Gràcies. Amb aquests poders fàctics, sí que s’ha de ser una mica superheroi per a expressar-se lliurement.